Pedro Balanzátegui Altuna (Zarauz, 1816 - Valcobero, 1869) |
Hace 200 años nacía Don Pedro Balanzátegui y Altuna, hijo glorioso de Zarauz (Guipúzcoa), oficial en su juventud del Ejército isabelino, alcalde luego por dos veces de León y comandante general de los carlistas de esta noble región al ocurrir el destronamiento de Doña Isabel. Se alzó en armas en el verano de 1869. Perseguido y abandonado, cayó en poder de la Guardia civil, cuando creyó encontrar asilo y salvación en la casa del cura de Valcobero. Llevaba a su lado a los mejores tiradores del país. Y, al encontrarse con los que le perseguían, pudo muy bien luchar y vencer. Sus soldados se lo indicaron.
—No —exclamó el caballeroso militar—: son nuestros hermanos y no estamos todavía en guerra.
No pensó de la misma manera el bárbaro e incompetente sargento que mandó ejecutarlo; pero su muerte fue un gran ejemplo de abnegación, de heroísmo y de altísimas virtudes cristianas. Perdonó a los culpables de su desgracia; dispuso que se diese un duro a cada uno de los guardias que le disparasen; dejó el resto del dinero que llevaba para misas y sufragios por su alma, y dirigió a su digna esposa, doña Eusebia Escobar, una carta verdaderamente conmovedora. La lectura da la misma produce honda emoción aun en nuestros días:
«Declaro —escribía en ella— que sólo he salido de mi casa por cuestión religiosa; para defender la unidad católica, sin necesidad sacrificada en nuestra España, y... como identificada con este mismo sentimiento católico que yo deseo defender también, al Príncipe Rey Carlos VII.»
Bien pudo decir éste al consecuente legitimista D. Rafael de Balanzátegui y Escobar, en 25 de febrero de 1889, que su valeroso padre fue mártir a quien cupo la gloria de enseñar a sus soldados cómo mueren los héroes cristianos y los caballeros españoles.